El sol atrae a los europeos, acompañado con el exotismo y el misterio. Unos nuevos destinos se han creado, cerca del viejo continente, y ofrecen un mundo intrigante. No basta con tener una casa en los alrededores de París, en la campiña alemana, en la sierra madrileña, o en la Cote d’Azur, la gente ahora tiene su “Riad” (casa típica marroquí con un patio central con fuente y jardín) en Marrakech o en Essaouira y goza del buen clima todo el año, descubriendo la cocina, las costumbre y el arte de vivir de Marruecos. Son los nuevos destinos de la Jet Set europea, donde se organizan unos encuentros con gente famosa que habitan las páginas de las revistas, donde las fiestas occidentales hacen latir el corazón medieval y conservador de la media.

Camino a Essaouira

Salimos de Casablanca, pasamos los encantadores puertos de Azemour, El Jadida, Safi, cada uno con sus vestigios, sus murallas y la bella cisterna portuguesa de El Jadida. Pasando el cabo Beddouza empieza una zona de grandes vientos, con largas playas donde las olas del Atlántico vienen morir ofreciendo unos lugares predilectos para los surfers. Alcanzamos entonces Essaouira.

Foto por: Turismo Marruecos.net

Essaouira

Es la antigua Mogador, la blanca ciudad protegida por su muralla azotada por las olas, protegida por unas impresionantes rocas, atacada permanentemente por las gaviotas que se pelean los pedazos de pescado que rechazan los pescadores. Es uno de los puertos pesqueros importantes de la costa marroquí y se llena de embarcaciones pintadas de azul.

Su ambiente sorprende por intrigante, extremoso, misterioso. El puerto aturde con el griterío de los pescadores que regresan de la faena, de los compradores de los mejores pescados, por los comerciantes o restaurantes. Unos limpian los productos de la pesca costera como pulpos, pequeños pescados, amenazados por las gaviotas que esperan su parte, los puestos-restaurantes ofrecen unos menús de pescados o mariscos asados, los mejores de la costa, los más frescos, repartiendo el atractivo olor a la entrada de ese puerto vigilado por los torreones de estilo bereber-portugués que protegen la gran bahía donde se extiende una larga playa de aguas tranquilas.



Dejando el tumulto de uno de los puertos más auténticos de la costa, surge el placer de descubrir la ciudad amurallada, con sus angostos callejones, sus muros blancos, sus puertas y ventanas azules, el olor a madera de Tuya (cedro blanco) que se escapa de las boticas o a especies en los mercados. La plaza principal vibra con sus terrazas donde turistas y marroquíes se mezclan para saborear un té de hierbabuena con unos exquisitos pasteles de almendra o de miel, el vaivén de la gente es un espectáculo perpetuo, el aire se satura con la humedad del mar y las gaviotas vigilan quién es susceptible de dejarles algo de comer. Unos callejones pasan por debajo de las casas, las tiendas ofrecen joyas beréberes, tapetes, djelabas, o puertas pero lo que más atrae son todos los objetos hechos en madera de tuya que se simboliza por su color ámbar con puntos negros. Los maravillosos artesanos de Essaouira crean unas hermosas cajitas, mesas, charolas o unos juegos de backgammon, muebles o pies de lámparas. Es una auténtica belleza con gran variedad que satisface todos los gustos.

Caminando por los callejones, se atraviesa el mercado, la zona de los artesanos, la plaza de los joyeros, y finalmente llegamos a nuestro hotel, L’Heure Bleue, un antiguo orfanato que ha sido reformado para crear uno de los mejores hoteles de Marruecos, con su patio central que recrea un jardín encantado, sus muebles de estilo colonial francés, su inmensa terraza con la alberca que domina toda la ciudad desde la cual se eleva el canto del muecín mezclado con el ruido de las olas. Las suites nos transportan en otra época, con elegancia y lujo, su hammam (baño moro) es el lugar ideal para dejarse consentir en el misterio de sus muros de Tadlac (aplanado laqueado que da una superficie lisa) negro. L’Heure Bleue es uno de los tesoros de Essaouira.

Foto por: Kuoni

Pero la ciudad recela de muchos más: la muralla a lo largo del mar se llama la Skala de Essaouira, con su hilera de cañones que datan del siglo XVIII a XIX, sus almenas y su bastión y es un lugar predilecto para admirar la puesta del sol escuchando la fuerza del mar; el Riad al Madina es una casa del siglo XVIII transformada en un encantador hotel y excelente restaurante; el Riad Madada es otro de los buenos lugares para alojarse mientras La Licorne es el mejor restaurante de la ciudad, junto con el Palais l”heure Bleue. El gran placer en la misteriosa y hechizadora ciudad es perderse por esos misteriosos callejones, sin preocupación por el tiempo ni el sentido de orientación porque siempre llega uno a la muralla o a las 3 calles principales, escuchando las conversaciones, observando los rituales de la gente, empujando puertas para descubrir unos hermosos patios, alcanzando unas terrazas que ofrecen una hermosa vista sobre la ciudad, discutiendo con los vendedores, descubriendo unas obras de arte, probando el aceite de Argana, ese árbol de la región que da un fruto amarillo del cual se produce un aceite rico en componentes y muy saludable. Es una ciudad que encanta, fascina por su ambiente donde el viento serpentea en los callejones y en la noche, cada esquina sorprende, cada sombra asusta pero al estar en la Skala para disfrutar de la fuerza de la brisa con olor a yodo, es una impresión que deja huellas para siempre en el alma.



La bahía de Essaouira es de las mejores playas para el windsurf y en las islas Mogador se alza una fortificación. Son las célebres islas Púrpuras de la antigüedad donde los fenicios y los romanos colectaban el caracol Murex cuyas secreciones producen el tinte púrpura muy codiciado por los romanos. Frente a las dunas del cabo Sim y cerca de aSidi Kaouki, a 27 Km. al sur, es el mejor lugar para el surf.

Saliendo de Essaouira

Después de gozar de esa maravillosa ciudad donde el Atlántico se impregna en los muros, nos dirigimos tierra adentro. A la salida de Essaouira, nos detuvimos en el Val D’Argan para probar el excelente vino que aquí se produce y pasando la zona de los árboles de argán (argania spinosa), encontramos unas cabras subidas en ese árbol para degustar las hojas más tiernas, ofreciendo una imagen extraña típica de Marruecos. Nos detuvimos en la cooperativa de mujeres donde descubrimos como se saca las almendras del hueso del fruto del argán, se tuesta y se muele para extraer su aceite que se usa en la cocina o en los productos cosméticos. Es excelente para la salud, para la piel, las arrugas y ha sido muy reconocido en los productos para la piel.

Foto por: Le Courrier Picard

Essaouira es un llanto que se pasea por las brisas o los vientos que desarman el Atlántico, desatando las olas que pegan a la muralla que contruyeron los portugueses para alojar sus mercancías mientras juntaban más y dondde comerciaban con los bereberes de las montañas. Es una ciudad que cuenta su historia, cuanta sus amores y en la ciudad de los Gnawas, una confraría de gente cuyos musicos bailan a un ritmos moviendo la cabeza en círculos de tal manera que entran en transe. Es un mundo mágico y hechizante que que nos transporta en otra dimensión

Essaouira es una caja de música donde bailan los Gnawa, cantan las viejas puertas y piedras, vigilan los torreones de la muralla, silban los callejones misteriosos donde penetra el viento, sonrie su gente con una poesía ligada a las olas, se escurre el aceite de argán al ritmo de un libro de pinturas surgidas del pasado. Es una perla que merge de una ostra en medio de una cocina delicada, llena de especias y delicadeza. Essaouira es un Marruecos diferente a la orilla del Atlántico.

Foto por: SteemKR

CUANDO IR: todo el año tiene un clima muy agradable, con un veranos templado.

DONDE DORMIR Y COMER: -Heure Bleue, relais et Château, 2 rue Ibn Batouta, Bab Marrakech, Essaouira. Kasbah Tamadot, Limited Virgen Edition, cerca de Asni, valle del Tiz’in Tess, a 45 minutos de Marrakech. Madada Mogador, 3 rue Youssef el Fossi, Essaouira. Le Val D’Argan, Ounagha, KM 35, provincia de Essaouira, productor del excelente vino regional. La licorne, rue de la Skala, entre Bab skala y Bab Akoutam. Taros, Place moulay Hassan, Essaouira.

QUE COMPRAR: aceite de argán cosmético o para la cocina, objetos de madera de Tuya, joyas bereberes, tapetes, discos de música Gnawa.

Patrick Monney en colaboración con Santiago Maciel Cámara | 08 de Marzo, 2018