El Desierto del Sahara, muchos de nosotros hemos leído acerca de el, hemos escuchado hablar, lo hemos visto en distintas películas o nos lo han mencionado en alguna clase de geografía en el colegio, pero nada de eso se asemeja en lo más mínimo a lo que es en realidad.

Hace apenas tres años, mientras vivía en Polonia por mi semestre de intercambio, decidí junto con mis amigos visitar el misterioso país de Marruecos y finalmente conocer esa enorme superficie de tierra cubierta totalmente de arena, la cual abarca mas de 9 mil kilómetros cuadrados y por lo que hoy en día es considerado el desierto mas grande del planeta; el majestuoso Sahara.



Fue un viaje de tan sólo seis días y con un presupuesto bastante bajo (el tour nos costó 180 euros por persona) y lo único que puedo decirles es que todo lo que visite de Marruecos me sorprendió por completo. Pensábamos que el principal motivo por el que habíamos elegido ese destino era para conocer y pasar una noche en el Desierto del Sahara, pero estábamos completamente equivocados. He escuchado a muchas personas que han ido “tres”, “cuatro” y hasta “cinco” veces a visitar este país y después de esa semana en la que tan solo conocí una mínima parte encontré la respuesta: Marruecos es un país que enamora, y mucho. Los altos Atlas, las dunas del Sáhara, los pueblos bereberes, las Gargantas del Todra, la enérgica ciudad de Marrakech, la elegante Casablanca, el patrimonio cultural de Fez, la capital Rabat, Agadir, entre otros poblados de la costa, hacen de Marruecos un destino inigualable, con atractivos para todos los gustos y con la posibilidad de visitarlo con cualquier presupuesto.



Así comenzó nuestra aventura. Recuerdo que cuando el avión estaba apunto de aterrizar en la ciudad de Marrakech y todo lo que se podía observar por la ventana eran grandes planicies de tierra, casas tradicionales hechas de arcilla (para mantener fresco el hogar durante las altas temperaturas del verano) y un sinfín de construcciones pintadas de color blanco que resaltaban con el café opaco del extenso terreno. Al salir de la terminal del aeropuerto nos encontramos con la difícil misión de identificar dentro de la multitud de túnicas blancas impecables (denominadas chilabas, vestimenta tradicional marroquí) al que iba a ser nuestro guía durante todo el recorrido, pero después de algunos minutos porfín dimos con Moja”, quién nos acompaño a la camioneta (una Land Rover 4×4 de los 90’s) y con él que partimos rumbo a Marrakech.

Foto por: Turismo Marruecos.net

Marrakech es una ciudad alucinante. Llena de contrastes, aromas, colores y con influencia europea, la cual combina la arquitectura colonial con las tradicionales construcciones bereberes. En la actualidad esta dividida entre el centro con la gran Medina o ciudad vieja, y fuera de las murallas la villenouvelleo ciudad nueva, construida por los franceses en los años de dominio colonial y la cuál continua en constante expansión. Sin embargo, hay una regla de oro en cuanto a la construcción de toda la ciudad: el color. El exterior de los edificios debe ser rojo ocre, como el color natural de la tierra local y por lo que Marrakech también es conocida como “la Ciudad Roja”.

Foto por: Viajes Oceanic 2000

Nuestro hotel se encontraba dentro de la Medina de la ciudad y muy cerca del que para mí es el sitio mas espectacular de todo Marrakech: la Plaza Jamma El Fna. Ahí es donde realmente puedes apreciar todas las costumbres de la gente, incursionar en sus bazares, comprar souvenirs típicos y hasta ver a los encantadores de serpientes tocando el tradicional pungi (una especie de flauta local).

También visitamos el Zoco de Marrakech (un bazar enorme que vende todo tipo de artesanías locales), la Mezquita Koutoubia, la Madrasa de Ben Youssef para finalmente cenar en una de las pintorescas terrazas con vista a la plaza central antes de ir a dormir.

Foto por: World Travel Guide

Al día siguiente, conducimos alrededor de cuatro horas hacia el sureste del país, realizando varias paradas alrededor del camino para ver las imponentes vistas desde las montañas, hasta llegar a la ciudad de Ouarzazate. Tengo que decir que si algo me dio miedo de este viaje fueron las deficientes carreteras por las que se circulaba y la manera en que manejan en general los marroquíes (todos manejan atrabancados y a exceso de velocidad).

Ouarzazate es una ciudad típica marroquí y también conocida como «El Hollywood de África». Es aquí en donde grandes películas han sido filmadas y también se encuentran varios estudios de cine como los famosos «Atlas Studios» (¡vale la pena la visita!), en donde se han filmado películas como Asterix y Cleopatra.



Otro atractivo turístico cerca de la ciudad y que vale la pena visitar es el Kasbah Ait Ben Haddou (antigua fortaleza), lugar que también ha sido filmado en decenas de ocasiones, incluyendo grandes producciones como Lawrence de Arabia, El Gladiador, La Momia, entre otros grandes éxitos.

Foto por: Morocco Tailor Made

Al día siguiente, nos levantamos temprano y partimos en ruta hacia la ciudad de Merzouga, o también conocida como “la puerta del Sahara”. A pesar de que era un camino de aproximadamente siete horas y las carreteras seguían con el mismo parámetro que las de los días anteriores, el camino de Ouarzazate hacia el Desierto de Erg Chebbi (Sahara marroquí) cuenta con paradas espectaculares y que hacen que las largas horas de trayecto pasen casi desapercibidas. Las primeras paradas fueron durante nuestro recorrido por el Valle de las Rosas. Aquí se encuentran espectaculares miradores a lo largo de todo el camino en los que puedes fotografiar antiguas construcciones hechas de adobe y arcilla como la Kasbah Bou Tharar, la cuál se encuentra inmersa entre un oasis de palmeras en el desierto y el mágico pueblo de Tinghir, puerta de entrada a las famosas Gargantas del Todra.



A partir de este lugar comenzó la parte mas espectacular de todo nuestro viaje.

La carretera que te lleva a las gargantas es literalmente un puñado de curvas y baches hasta que llegas a un lugar donde puedes estacionar el coche y bajarte a caminar, en su parte mas angosta. Aquí es donde los dos muros de piedra de mas de 160 metros de altura que rodean el paisaje hacen que te sientas aprisionado entre las rocas y mas pequeño que un grano de arena. Por mas que tomes mil fotos, será imposible capturar ese paisaje tan imponente que realmente le haga honor a la grandeza del lugar.

Acabando el recorrido de las gargantas, ahora si partimos rumbo al lugar más importante y esperado de este viaje, el Desierto del Sahara.



Llegando una hora antes del atardecer, nos apresuramos para bajar nuestras cosas y partir en dromedarios hacia el centro del desierto, mientras el sol se iba despidiendo, se encargaba de teñir las dunas de los más increíbles tonos de amarillos, ocres y rosas que puedas imaginar, y convirtiendo el momento en algo realmente inolvidable. Literalmente teníamos el desierto para nosotros solos sin que nada, salvo las inevitables fotos, rompieran la magia. Luego llegó la cena, los cantos bereberes alrededor de la fogata, el confort de los edredones que cubrían nuestros colchones y el amanecer.



He amanecido en muchos lugares del mundo, con vistas espectaculares y paisajes únicos, pero como éste realmente no existe comparación. Ver el sol asomándose entre las dunas, el contraste de colores, la soledad del desierto y el despertar de los dromedarios crean la combinación perfecta para hacerte sentir que estas observando un paisaje de “película”.



El trayecto final de Merzouga hacia Marrakech para posteriormente tomar el vuelo de regreso a Europa, en papel parecía que iba a ser muy pesado, pero contando las anécdotas del viaje, compartiendo las fotos e imaginándonos otra vez en varios de esos maravillosos lugares, hicieron que esas diez horas se pasaran volando y llegáramos al aeropuerto a tiempo para tomar nuestro vuelo de regreso.



Si te gusta la aventura, la fotografía y quieres hacer un viaje inolvidable con amigos, en pareja o en familia, asesórate con ALAI Travel para realizar éste y otros itinerarios por Marruecos y también tener la oportunidad de amanecer algún día en el rey de los desiertos: el majestuoso Sahara.

Por Alfonso Maciel Cámara | 26 de Agosto, 2020